Nora, Elena, Henrik y Noruega

1.

Noruega es hoy un modelo de sociedad igualitaria y tolerante y se encuentra en los primeros lugares del índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, indicador de que mide el nivel de desarrollo de cada país atendiendo a variables como la esperanza de vida, la educación y el ingreso per cápita.

Pero no siempre fue así. Y en este proceso que llevó a ese país de ser casi una provincia de Suecia a comienzos del siglo XIX a estar hoy clasificado como el tercer país más igualitario del mundo, después de Islandia y Finlandia, un escritor jugó un papel importante: Henrik Johan Ibsen.

El Reino de Noruega  está ubicado en el extremo norte de Europa junto a Dinamarca y Suecia, los tres países que constituyen la península de Escandinavia. Los primeros intentos de forjar un reino noruego nacen en la Era Vikinga, periodo histórico ubicado entre 789 a 1100, durante el cual los guerreros y comerciantes escandinavos atacaron y exploraron la mayor parte de Europa, del sudoeste de Asia, de Africa y de Norteamerica nororiental. Su primer rey, considerado el fundador de la nación, fue Harald I de Noruega (872-939), conocido como Harald Cabellera Hermosa.

Damos un salto histórico y nos encontramos a comienzos del siglo XIX, cuando luego de cruentas batallas y largas negociaciones entre los diferentes reinos escandinavos, Noruega debió rendirse y pasó a formar parte del Reino de Suecia. Aún cuando mantuvo sus propias leyes y su parlamento, nominalmente estaba bajo el gobierno del monarca sueco que residía en Estocolmo. Durante todo el siglo, desde 1814, el gobierno noruego estuvo constituido por una élite ilustrada de juristas, militares y ministros religiosos que dominaban el Storting o Parlamento. Esta unión entre Suecia y Noruega se disolvió pacíficamente en 1905 y a través de un plebiscito popular decidió mantener una monarquía parlamentaria.

La sociedad noruega era entonces preindustrial y vivía en un estancamiento económico con la mayoría de su población dedicada a actividades primarias, principalmente a la pesca y a la agricultura. En los siguientes cincuenta años, la economía experimentó un cambio sustancial de la mano de las ramas textil y mecánica siguiendo el modelo inglés, transformando a Noruega en un país industrializado. Es el período del auge del capitalismo en el mundo europeo y Noruega no es la excepción constituyendo una sociedad marcada por el auge de la burguesía y su modelo de sociedad basada en la acumulación de riquezas y el puritanismo en las costumbres. Sin embargo, y muy tempranamente, se vio fortalecida la democracia social con la creación de los gobiernos municipales, lo que significó que el pueblo llano, especialmente los campesinos, adquirieran mayor poder político.

Este siglo también fue testigo de la búsqueda y reafirmación de una identidad cultural propiamente noruega, diferenciada de la cultura sueca y danesa: se editaron libros sobre folklore, mitos y leyendas nórdicas, se recopilaron antiguas baladas y el noruego pasó a ser el idioma oficial, y no solo un dialecto, como había sido hasta entonces.

2.

Henrik Johan Ibsen nació en 1828 y es considerado el más importante dramaturgo noruego y uno de los autores que más han influido en la dramaturgia moderna, padre del drama realista moderno y antecedente del teatro simbólico. En su época, sus obras fueron consideradas escandalosas por una sociedad dominada por los valores victorianos, al cuestionar el modelo de familia y de sociedad dominantes. Sus obras no han perdido vigencia y es uno de los autores no contemporáneos más representados en la actualidad.

A los veinte años era ya un librepensador, entusiasmado con las insurrecciones populares que estallaban en toda Europa. Estudió en Cristianía- actual Oslo- y fue director y dramaturgo de un teatro en la ciudad de Bergen para luego pasar a dirigir otro teatro en Cristianía, que debió cerrar por problemas económicos. En ese momento decidió partir a un exilio voluntario de veintisiete años en Italia y Alemania, período durante el cual escribió el grueso de su obra y volvió a Noruega en la cúspide de su carrera.

Ibsen es el primer dramaturgo moderno que se adentra en la intimidad familiar para mostrar cómo se plasman en ella los valores impuestos por la sociedad. Explora también la tensión permanente entre el ideal y la realidad. Estas dos conflictos universales de la humanidad se expresan de manera magistral en dos de sus obras más famosas: Casa de muñecas (1879) y Espectros (1881).

“Casa de muñecas” describe un hogar en apariencia perfecto, cuyos integrantes cumplen a cabalidad lo que se espera de ellos y aparentemente son felices. Helmer, el marido, un probo abogado que ha logrado después de un período de dificultades económicas, obtener un importante puesto en el Banco. Nora, su encantadora esposa, lo adora y vive para agradarlo. Pero con la aparición de Krogstad, un personaje oscuro que encarna todo lo que la sociedad condena en un hombre, se revela un incidente del pasado que destruirá ese paraíso.

La obra ha sido considerada como una de las primeras obras feministas y a Nora como el prototipo de la mujer que se rebela contra la esclavitud impuesta por los hombres.  Las famosas palabras que dirige a su esposo son un verdadero grito de rebeldía: «Nunca me quisisteis. Os resultaba divertido encapricharos por mí, nada más […] Vivía de hacer piruetas para divertirte, Torvaldo. Como tú querías. Tú y papá habéis cometido un gran error conmigo: sois culpables de que no haya llegado a ser nada […] He sido una muñeca grande en esta casa, como fui muñeca pequeña en casa de papá. Y a su vez los niños han sido mis muñecos».

Sin duda, al escribir esta obra, Ibsen estaba muy consciente de la opresión que vivían las mujeres en la sociedad en que le había tocado vivir y así lo expresa en una famosa carta  que llegó hasta a nosotros y que es tan actual que parece escrita ayer: “El hombre y la mujer no se comprenden entre sí, pero en la vida práctica la mujer es juzgada según la ley masculina, como si no fuese lo que es, sino un hombre. Una mujer no puede ser ella misma en la actual sociedad, que es exclusivamente una sociedad masculina, con leyes escritas por los hombres, y magistrados que juzgan la conducta femenina desde un punto de vista masculino”.

En “Casa de Muñecas” , el autor deja el final abierto -¿volverá Nora?- y es esa libertad que se abre ante la mujer lo que convierte a esta obra en un clásico feminista. Pero la riqueza del personaje de Nora no se puede reducir solo a sus reivindicaciones feministas. No es una heroína, no es un ideal de mujer liberada; es compleja, imperfecta, miente, engaña; y es también generosa, salva a otros, busca descubrirse a si misma. ¿Nos parece conocido? Es que ahí radica su interés: todos podemos ser Nora.

El impacto que provocó  “Casa de muñecas” no tenía precedente en el teatro europeo. El público estaba acostumbrado a los  finales felices, parecía inverosímil para algunos  e inmoral para otros, que una mujer abandonase marido, hijos, bienestar. Los pastores condenaron a Nora en las iglesias; la opinión pública tomó partido por Helmer y  nadie se atrevía a defender a Nora públicamente. Pero soterradamente  se discutía cada escena de la obra como si se tratase de batallas de una guerra entre dos formas de pensar el futuro: una, la que mantenía a las mujeres en condición de inferioridad y la otra,  que quería la igualdad de todos los seres humanos.

A las feroces críticas recibidas por “Casa de Muñecas”,  Ibsen respondió escribiendo “Espectros”, obra en la  cual  denuncia en forma aún más cruda los peligros que encierran aquellos matrimonios que no son más que una máscara social de vínculos falsos. Con una audacia impensable para su época, reflexiona sobre la tensión entre los principios religiosos y la relación de pareja, así como también sobre temas tan escabrosos y tabú como el matrimonio entre consanguíneos y la eutanasia. Prohibido su estreno en Berlín, solo después de quince años fue autorizada su representación en Noruega.

¿Qué son “los espectros” que dan su nombre a la obra?: son los prejuicios, los deberes morales sin fundamento, ideales hipócritas, conceptos preexistentes que acechan como fantasmas a hombres y mujeres y les impiden ser felices. Elena Alving, la protagonista, es su víctima y, como Nora, tampoco es una heroína. Es la mujer que no se atrevió a partir, que  pagó los costos de su cobardía , pero que sabe expresar con lucidez lo que siente:  “Si me encuentro tan angustiada, tan temerosa es porque hay un mundo de espectros que me rodean, de los cuales estoy segura qué no llegaré nunca a desprenderme.” “… todos somos espectros. No es sólo la sangre de nuestros padres lo que anda por nuestro interior; los espectros son toda clase de ideas muertas y viejas creencias sin vida. No tienen vitalidad pero se cuelgan de nosotros y no nos podemos desprender de ellos. Si tomo un periódico me parece ver espectros deslizándose entre las líneas. Todo el país debe estar poblado de espectros, hay tantos como las arenas del mar.”

3.

El Estado noruego, en manos de una amplia clase media alfabetizada ya desde el siglo XIX, ha implementado permanentes e innovadoras políticas distributivas a toda la población.

Y la sociedad noruega, no sin conflictos,  ha  logrado un consenso respecto de la importancia que tiene para el desarrollo la igualdad de género y de derechos, condiciones y oportunidades de trabajo para ambos sexos. Se considera que esta paridad en la vida laboral impacta en forma directa en otros espacios de la sociedad como el hogar y la política.  Esto no es sólo ideología sino que se expresa concretamente en que la mujer noruega puede conciliar de buena forma el hecho de tener hijos con una carrera profesional. Los padres pueden elegir entre dos tipos de licencia de maternidad: tener 47 semanas y recibir el 100% de prestaciones, o 57 semanas con el 80% de beneficios. Existe además una “cuota papá”  que significa que 10 semanas son reservadas al padre y no se pueden transferir a la madre. Asimismo, una ley reciente estipula que toda sociedad anónima debe tener al menos un 40% de mujeres en sus consejos de administración y actualmente la primera ministra noruega en ejercicio es una mujer, Erna Solberg, la segunda de la historia noruega después de Gro Harlem Brundtland.

Ibsen murió en 1906 y fue enterrado con honores de Jefe de Estado. El autor, que con genialidad supo confrontar y cuestionar los ideales imperantes en su época exigiendo que el lector o el público haga otro tanto, logró cumplir con su objetivo de impactar e influir en la sociedad que le rodeaba. Nora Helmer y Elena  Alving siguen vivas, representando una y otra vez su historia  a través del mundo y obligándonos a reconocer que no es tan fácil conciliar la tensión entre los ideales que proclamamos y nuestra propia realidad.

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Abril 12, 2021

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